miércoles, 8 de junio de 2016

Maestro Seonsaengnim

-“¡El arte genuino –exclamó entonces el maestro- no conoce fin ni intención! Cuanto más obstinadamente se empeñe usted en aprender a disparar la flecha para acertar en el blanco, tanto menos conseguirá lo primero y tanto más se alejará lo segundo. Lo que le obstruye el camino es su voluntad demasiado activa. Usted cree que lo que usted no haga, no se hará.”
“Pero usted mismo ha dicho una y otra vez -interpuse- que el arte del arquero no es ningún pasatiempo, ningún juego carente de finalidad, sino una cuestión de vida o muerte.”
-“Y no me desdigo. Los maestros arqueros decimos: ¡Un tiro, una vida! Todavía no podrá comprender lo que esto significa, pero tal vez le ayude otra imagen que expresa la misma vivencia. Los maestros arqueros decimos: con el extremo superior del arco, el arquero perfora el cielo; en el inferior está suspendida, con un hilo de seda, la Tierra. Si el tiro se dispara con un fuerte sacudón, existe el peligro de que el hilo se rompa. Para el voluntarioso y violento, el abismo será entonces definitivo, y el hombre permanecerá en el fatal centro entre el Cielo y la Tierra.”
“Entonces ¿qué debo hacer? -pregunté pensativo. “Tiene que aprender a esperar como es debido.”
-“¿Y cómo se aprende eso?”
-“Desprendiéndose de si mismo, dejándose atrás tan decididamente a sí mismo y a todo lo suyo, que de usted no quede otra cosa que el estado de tensión, sin intención alguna.”

A Kim Daewoong mi Maestro Seonsaengnim...











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