domingo, 16 de junio de 2019

La memoria de la porcelana, una historia manchada de sangre.


Hubo una fábrica de porcelana en Alemania, que pasó a manos de la SS a través de la expropiación y convertida en campo de concentración desde el 22 de marzo de 1933 hasta su liberación el 29 de abril de 1945. El campo de concentración Dachau, proporcionó la mano de obra esclava para la fábrica de porcelana “Porzellan Manufaktur Allach”.

“Fue escenario de castigos tremendamente crueles y fue modelo del sistema de campos, ordenado y eficaz. Su gestor principal, Theodor Eicke, nombrado por Heinrich Himmler, fué el responsable de que los prisioneros fueran considerados como enemigos infrahumanos del Estado y del especial tratamiento, en forma de castigos aniquiladores desde el punto de vista físico y psicológico. En Dachau se realizaron también cientos de experimentos médicos ilegales e inhumanos.”

La porcelana producida y sellada con la marca de la SS Allach, se consumían para agasajar y premiar a ciertos personajes, para fomentar el misticismo particular expropiado y alterado de este régimen entre el pueblo alemán, además de fuente de riqueza y ganancias para el mismo régimen.

Hoy, las piezas marcadas con las runas entrelazadas de las SS, alcanzan precios muy elevados en el mercado del coleccionismo de arte, antigüedades y militaría. El hecho de que estas piezas estén el mercado sigue fomentando la imagen de la porcelana como símbolo de poder y vanidad, alcanzando miles de euros, precio que el sistema otorga a unas piezas que la historia que las envuelve es inhumana y que esta manchada de sangre y dolor. Lo que contribuye a que este material siga siendo entendido e interpretado como símbolo de poder en prácticamente toda la historia y evolución de esta materia.

Todas las personas que nos adentramos a trabajar la porcelana, debemos ser conscientes de lo que esta materia encierra, es un material que llega a obsesionarte, a pretender superarte a ti misma a través de ella y llegar a conseguir piezas en forma de retos, que es la propia materia la que los supera. El cuidado y habilidad riguroso y requerido para poder sacar del horno piezas enteras, la capacidad que tiene de soportar elevadas temperaturas, su resistencia y sublime calidad , su extrema sensibilidad y su memoria hace que podamos sanarla y repararla , aunque no exista suficiente oro para subsanar las heridas de su historia.